Estoicismo
El estoicismo es
uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo helenístico,
adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio en el 301 a.
C., adquirió gran difusión por todo el mundo grecorromano, gozando de especial
popularidad entre las élites romanas. Su período de preeminencia va del siglo
III a. C. hasta finales del siglo II d. C. Tras esto, dio signos de agotamiento
que coincidieron con la descomposición social del alto Imperio romano y el auge
del cristianismo.
El estoicismo fue
fundado por Zenón de Citio (aprox. 333-262 a. C.) —a veces llamado Zenón el
Estoico para distinguirlo de Zenón de Elea—, de origen chipriota y posiblemente
de ascendencia mixta, griega y oriental.1 Se trasladó a Atenas en el 311 a. C.
después de una vida agitada. Por aquel entonces Atenas era el centro cultural
del mundo griego, donde se congregaban las principales escuelas de filosofía.
Durante su estancia, tomó contacto con la filosofía socrática, en especial la
de la escuela cínica, y la megárica. Según Diógenes Laercio, inicialmente se
inclinó por el cinismo, siendo alguien especialmente cercano a Crates, pero
pronto abandonó esta escuela al rechazar las numerosas «exageraciones» en que
estos incurrían, porque no podían ofrecerle ningún programa de vida válido.
Tras este abandono del cinismo, estudió con otros filósofos de las escuelas
académica, aristotélica y megárica pero, insatisfecho con ellas, acabó creando
su propia escuela, en la que combinaba múltiples aspectos cínicos con los de
otros filósofos como Heráclito.2 Desde la antigüedad, se estudió la posible
influencia sobre Zenón de doctrinas semíticas tales como el judaísmo o las
filosofías del oriente medio; el considerable parecido entre el estoicismo y el
cristianismo en algunas doctrinas, sobre todo en la ética y en la cosmología,
sugirieron a panegiristas cristianos como Quintiliano y Tertuliano que Zenón
estaba familiarizado, por su origen semita, con el judaísmo
El término
estoicismo proviene del lugar en el que Zenón comenzó, en el año 301 a. C., a
dar sus lecciones en la Stóa poikilé (en griego Στοα, stoa, ‘pórtico’), que era
el Pórtico pintado del ágora de Atenas. Pronto atrajo a numerosos seguidores
quienes, tras la muerte de Zenón, continuarían y expandirían su filosofía. El
estoicismo fue la última gran escuela de filosofía del mundo griego en ser
fundada, y continuó existiendo hasta que en el año 529 d. C. el emperador
Justiniano clausuró la Escuela de Atenas. La escuela cínica tuvo una clara
influencia en la Stoa, esto es evidente desde los inicios de esta, pues las
fuentes declaran que su fundador, Zenón de Citio, estudió directamente con un
cínico; Crates. Estoicos tardíos, como Epicteto, identificaban al cínico
Diógenes de Sínope como dechado de hombre sabio.
El corpus
doctrinal del estoicismo se basó en las escrituras de Zenón, hoy en día
perdidas; no obstante, se sabe que escribió numerosas obras entre cuyos títulos
destacaban: De la vida conforme a la naturaleza; De los universales; Argumentos
dialécticos y De las pasiones. Cuando Zenón muere en el 261 a. C. se hacen
cargo de la escuela Cleantes y Crisipo. A decir de Laercio, a este último se le
debe que el estoicismo perdurase: «Sin Crisipo no habría habido la Stóa». En
efecto, Crisipo, que dirigirá la Stóa desde el 232 a. C. hasta su muerte,
acaecida en el 208 a. C., fijó el canon del estoicismo, perfeccionó las
investigaciones lógicas y sistematizó las enseñanzas de Zenón. Desgraciadamente
de su obra sólo han sobrevivido algunos escasos fragmentos y unas pocas
referencias hechas por otros autores, resultando complicado discernir qué
partes del ideario se deben a Zenón, a Crisipo y a Cleantes. En general, apenas
si se han conservado algunos fragmentos de los textos estoicos más antiguos
Con la muerte de
Crisipo, se dio por concluida la primera fase del estoicismo, llamada
Estoicismo antiguo. Esta primera etapa se caracterizó sobre todo por el
establecimiento formal de la doctrina. Tras Crisipo, dirigieron la escuela
Diógenes de Babilonia y Antípater de Tarso, comenzando la época denominada
estoicismo medio. Durante la misma se da la expansión del estoicismo por todo
el mundo mediterráneo, aprovechando el impulso del mundo helenístico y las
redes comerciales surgidas con el auge de Roma. Sus principales figuras fueron
Panecio de Rodas (185–109 a. C.) y, sobre todo, Posidonio de Apamea. Quizá el
hecho más destacado de este período fue la introducción del estoicismo entre
las élites romanas. La sociedad aristocrática romana de los siglos II y I a. C.
valoraba en mucho los tiempos de «nuestros padres», refiriéndose a los siglos
anteriores en que la relevancia económica y militar de Roma todavía era escasa.
Se idealizaba y exaltaba la sencillez y la sobriedad de la vida de aquellos
tiempos y, como en todo el mundo griego, se miraba con desconfianza los lujos y
las costumbres modernas, más sofisticadas, que se habían ido introduciendo
conforme la República Romana ganaba preeminencia. La doctrina estoica, muy
favorable a esos puntos de vista, fue introducida con éxito, y ganó adeptos tan
conocidos como Catón el Viejo, Escipión el Africano y Catón el Joven; la
notable fama de estos favoreció aún más al estoicismo, que pronto fue la
escuela filosófica más admirada por los romanos.
Los estoicos
antiguos dividieron la filosofía en tres partes: la lógica (teoría del
conocimiento y de la ciencia), la física (ciencia sobre el mundo y sobre las
cosas) y la ética (ciencia de la conducta). Todas ellas se refieren a aspectos
de una misma realidad: el universo en su conjunto y el conocimiento sobre él.
Este puede ser explicado y comprendido globalmente porque es una estructura
organizada racionalmente de la que el hombre mismo es parte integrante, siendo
la faceta más importante la ética.
Busto de Séneca,
parte de una doble herma (Antikensammlung Berlin).
De los escritos
del período medio apenas se conservan, de nuevo, más que unos pocos textos
fragmentados. Usualmente, se considera que tras la muerte de Catón el Joven y
la resolución de las guerras civiles que condujeron al establecimiento del
Imperio romano, surge la última etapa del estoicismo, el llamado Estoicismo
nuevo o Estoicismo romano. Los filósofos de esta etapa han llegado a ser mucho
más famosos y conocidos que los estoicos antiguos (y sus obras se conservan en
mayor número), y materializaron la implantación del estoicismo como la
principal doctrina de las élites romanas. El estoicismo romano destaca por su
vertiente eminentemente práctica, donde las consideraciones lógicas,
metafísicas o físicas del estoicismo antiguo pasan a un segundo plano para
desarrollar, sobre todo, la vertiente ética de la escuela. Los principales
exponentes de esta etapa, y posiblemente los estoicos más famosos, fueron Lucio
Anneo Séneca (4 a. C.–65 d. C.), uno de los escritores romanos más conocidos y
quizá el estoico mejor conocido, Epicteto (50–130 d. C.), nacido esclavo, y el
emperador Marco Aurelio (121–180 d. C.). La obra de Séneca, Marco y Epicteto
permite acercarse, de manera sencilla y didáctica, a los principales aspectos
del estoicismo, si bien no introdujeron ningún elemento esencialmente original
en la doctrina.
Tras la muerte de
Marco Aurelio, se considera que el estoicismo entra en decadencia. Las
sucesivas crisis políticas, económicas y militares que asuelan el Imperio
romano durante el siglo III tienen como consecuencia una revalorización de la
espiritualidad que el estoicismo no puede afrontar, surgiendo el neoplatonismo,
que, a partir del 250 d. C., desplazará al estoicismo como principal doctrina
de las élites. El giro cultural de esta época provoca que el plan de vida
estoico pase a ser negativamente considerado; en esta época, esencialmente, el
estoicismo ganará su fama de envarado y rígido. Igualmente, el auge del
cristianismo afecta negativamente a todas las escuelas filosóficas
helenísticas, al ser rechazadas muchas de sus enseñanzas por contrarias a la
doctrina cristiana. Para el año 300, la única de estas capaz de objetar algo al
cristianismo es el neoplatonismo, y el triunfo de aquél sentencia
definitivamente al movimiento helenista en general, que formalmente concluye en
el 529, cuando Justiniano cierra las escuelas filosóficas de Atenas (el Liceo,
la Academia, la Stoa).
No obstante, el
estoicismo influirá en numerosas corrientes filosóficas posteriores, desde los
primeros padres de la Iglesia hasta Descartes y Kant. Como se ha dicho, los
primeros padres de la Iglesia admiraron la ética del estoicismo, que
consideraban especialmente cercana a la suya propia; su calma, su serenidad,
así como su posición frente a las adversidades hicieron que algunos cristianos
como Tertuliano trataran a estoicos como Séneca en los términos de «saepe noster»
(«a menudo, uno de los nuestros»), mientras que San Jerónimo lo incluyó en su
catálogo de santos. Incluso se difundió la leyenda de que Séneca había sido
bautizado antes de morir por San Pablo, con quien además habría mantenido
correspondencia, y que Marco Aurelio habría igualmente mantenido
correspondencia con el Papa y algunos cristianos romanos. Durante el
Renacimiento, el estoicismo ganó difusión entre las corrientes humanistas y
universitarias: la primera obra de Calvino fue una edición de De clementia de
Séneca, y las referencias al estoicismo nuevo son constantes en Erasmo, Juan
Luis Vives y Michel de Montaigne. En esta época se revalorizó la actitud vital
estoica; en la actualidad, se utiliza cotidianamente el término «estoicismo»
para referirse a la actitud de tomarse las adversidades de la vida con
fortaleza y aceptación.
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